Álvaro Cortés (Madrid, 1998) abandonó la capital de España por primera vez el pasado verano. El joven portero firmó por el Pontevedra CF y, tras aguardar pacientemente su momento, se ha consolidado como meta titular del equipo granate en los últimos meses. El ex de Sanse o Leganés, “un loco” de su posición, no ha dejado escapar la oportunidad de compaginar su carrera y su formación y ha obtenido el Nivel 1 de Técnico deportivo en Fútbol con nuestra escuela. A las puertas de comenzar con el 2, charlamos con un futbolista y alumno que, pese a su edad, derrocha madurez.
Pregunta: ¿Por qué te decides a formarte como entrenador con solo 23 años?
Respuesta: A cualquier jugador que esté en activo no le viene mal tener esta titulación de cara a un futuro. Sabemos que la vida del deportista, por desgracia, es muy corta. Todos terminamos llegando a una edad que no nos permite seguir. En mi caso, llevo jugando al fútbol desde los cuatro años y, cuando me retire, me gustaría seguir ligado de alguna manera, ya sea como entrenador, como preparador de porteros o de otra forma. Este año, además, salía de casa y no tenía mucho que hacer: entrenábamos por las mañanas y disponía de las tardes libres.
P: ¿Piensas en compaginar tu carrera como futbolista con trabajar como técnico en la base del club, por ejemplo?
P: Me gusta, sobre todo, el tema de los porteros. Tengo una cierta obsesión con ellos, soy un loco del puesto. Me hubiese encantado poder entrenar a los guardametas de la base del Pontevedra esta campaña, pero ha sido un año muy complicado: al principio no se empezaba, después se arrancó y se volvió a parar… un poco raro, como todo. Seguro que hubiese aprendido de ellos.
P: ¿Para qué te ha servido obtener el Nivel 1 de Técnico deportivo en Fútbol?
R: Para ver este deporte desde una posición que no había vivido nunca. He aprendido lo difícil que puede llegar a ser gestionar un grupo, especialmente desde el aspecto psicológico. Los jugadores somos lo más complicado del mundo, y hay una persona que tiene que organizar todo eso. He podido empatizar más con el entrenador. Es muy complicado saber llevar un vestuario con tantas personalidades distintas. Cada uno es un mundo y tienes que sacar lo mejor de todos. El Nivel 1 te muestra esa cara de la moneda.
P: ¿Crees, entonces, que ser técnico es más complicado que ser futbolista?
R: Sin duda. Somos muchos jugadores, y el míster tiene que pensar por 25 y por él mismo. El futbolista, al final, solo piensa en él: cuando no juega por qué no juega, cuando juega por qué juega… Es mucho más complicado el papel de entrenador que otro cualquiera.
P: ¿A quién de tus compañeros verías preparado para colgar las botas y asumir mañana las riendas de un equipo?
R: Hay muchísimo veterano, cualquiera podría hacerlo. Tienen muchas vivencias en el fútbol, y el asunto emocional es el más difícil de manejar. Uno podría ser Pol Bueso. Es un compañero diez, te ayuda siempre. Muchas veces se habla de que a él le gustaría ser entrenador. Es el mejor ejemplo.
P: ¿Qué dirías que es lo mejor de los dos técnicos que has tenido esta temporada, Jesús Ramos y Luisito?
R: Jesús consiguió algo fundamental en un equipo: que todos y cada uno de sus jugadores luchasen por el mismo objetivo y remasen en la misma dirección. No hubo ni una sola disputa, tenemos un vestuario superlimpio. Es un trabajo tanto de la directiva como de Jesús al principio. Cuando no te conoces, todo es más difícil. Tiene mucho mérito. Una de las partes clave para hacer grupo es la comida de después de un partido, la cena de Navidad… esta temporada nos quitaron todo eso. Estábamos hasta en vestuarios divididos, pero lo hizo muy bien. Luisito, por su parte, tiene mucho carácter, el equipo lo necesitaba. Logró que todos vayamos en idéntico sentido y que la dinámica del grupo no se haya roto. Mantuvo el buen ambiente que había, lo supo gestionar muy bien. Le pongo muy buena nota a los dos.
P: Vamos a jugar al fútbol ficción: ¿qué estilo seguiría un equipo de Álvaro Cortés? ¿Más combinativo, más directo…?
R: Una de las cosas que nos repiten mucho en el Nivel 1 es que debes saber en qué equipo estás, qué jugadores tienes y cuáles son las capacidades de cada uno. Pensando en un marco idílico, prefiero el juego asociativo. Por suerte o por desgracia, desde chiquitito me enseñaron a practicar así el fútbol. Me gustaría enseñarle a mis futbolistas que hay fases de partido en las que tienes que jugar más y otras en las que debes leer los tiempos.
P: ¿Te verías más como entrenador de fútbol sénior o de base?
R: Me gusta más el fútbol de competición, jugarme cosas y tener esa tensión. Dentro de unos años, cuando me lo plantee, ya veremos (risas). Seguramente me enfoque más hacia los porteros. Adoro a los niños y me encantaría empezar por ahí, pero pensando a largo plazo me veo más en competición.
P: Muchas veces relacionamos el concepto de jugar bien al fútbol con seguir un estilo asociativo. ¿Qué entiendes tú por ello?
R: Para mí jugar bien al fútbol es no dar una carrera por perdida, disputar cada balón, tratar de salir victorioso de cada duelo… El fútbol es un deporte colectivo, pero premia mucho el duelo individual. Jugar bien al fútbol no es solo dar 200 pases. Es competir, darle importancia a cada acción, asumir responsabilidades… engloba muchas cosas.
P: Por último, ¿qué mensaje le mandarías a todos aquellos que piensen en formase como entrenadores con CENTED?
R: Es una oportunidad muy buena, o al menos así lo ha sido para mí. Son personas: te atienden, te escuchan y te ayudan. Si tienes algún problema, escribes a cualquier profesor o a la dirección y te lo resuelven. De cara a un futuro, es una gran opción. Ya tienes un plan B asegurado. Le recomiendo CENTED a cualquiera que se lo esté planteando.